El “efecto multiplicador” es uno de los factores que se han analizando recientemente como clave en la creación de campeones tanto en la cancha como fuera de ella.

Geoff Colvin, autor y editor de la revista Fortune, define el “efecto multiplicador” como la leve ventaja que posee naturalmente algún niño en cierta habilidad y que con el paso de los años se multiplica hasta crear una diferencia de niveles abismales.

Ilustrémoslo con un ejemplo para hacerlo sencillo de comprender— entre los 10 niños de seis años que empiezan a tomar una clase de tenis, uno de ellos tiene una ligera ventaja en cuanto a rapidez y movilidad.

Esta pequeña ventaja significa inicialmente que los profesores le pongan más atención, que se le promueva a grupos de mejor nivel y que sea de los primeros elegidos para jugar torneos.

Con el transcurrir  del tiempo, el efecto domino de esa “leve ventaja” se ha multiplicado exponencialmente hasta convertirse en una “ventaja enorme” con respecto a los demás niños con los que inició a los siete años.

La pregunta ahora para los padres de familia es ¿cómo podremos desarrollar en nuestros hijos una habilidad que pueda tener un “efecto multiplicador”?