“Frustración” es la mejor palabra para describir lo que la legión de fans de David Ferrer debió de haber sentido en el partido de cuartos de final de Roland Garros 2014 con la decisión del tenista valenciano de simplemente “arrojar la toalla” por considerar que Rafael Nadal representaba un obstáculo invencible dadas las circunstancias.

David ganó el primer set y dio batalla en el segundo set, pero a partir del tercer parcial el tenista valenciano desapareció de la cancha para un score final de 4-6, 6-4, 6-0, 6-1.

Ferrer conocido como uno de los tenistas más duros de vencer del circuito, perdió 13 de los últimos 14 juegos del match y luego confesó en la conferencia de prensa, “No fue un buen partido considerando el nivel de jugadores que somos. La cancha estaba lenta. Empezó a jugar mucho mejor, cometiendo menos errores y yo arrojé la toalla. Usualmente no hago esto, pero pensé, nunca voy a poder darle la vuelta a este partido. Nunca contra Rafa. Es tan buen jugador”.

La actitud de Ferrer resulta polémica y sujeta a debate: ¿es ético para un deportista profesional el defraudar a miles de fans que pagaron boletos caros para asistir al estadio y a televidentes en todo el mundo?

Y para David, la lección a aprender es una muy básica y que con sus años en el tenis profesional ya debería dominar: “Los campeones nunca se dan por vencido y los que se dan por vencido nunca serán campeones”.